Carmelo de Santa Teresa

Casa de Retiros Espirituales - La Plata
Carmelo de Santa Teresa
Acompañamiento Espiritual

Acompañamiento Espiritual

“Porque andan ya las cosas del servicio de Dios tan flacas, que es menester hacerse espaldas unos a otros los que le sirven para ir adelante”. (Santa Teresa, Vida. 7, 22)

 

Por mucho tiempo se le dio el nombre de “Dirección espiritual”, pero este nombre se prestaba a algunos equívocos: el que dirigía creía que podía imponer su visión y su proyecto espiritual; el dirigido se creía exento de ser protagonista de su propio proceso espiritual.

Hoy hablamos de “acompañamiento”. Porque tal como lo dice la palabra “se camina al lado”, respetando el paso de quien pide ser acompañado. La relación de acompañamiento es entre tres: el que pide ser acompañado, el que acompaña y Dios.

El que pide acompañamiento espera ser escuchado y comprendido; que se lo ayude a comprenderse, que lo iluminen para saber si está acertado o equivocado. No busca soluciones hechas sino orientaciones.

 

Lo que se espera del acompañamiento espiritual es:

  • Buscar y realizar la Voluntad de Dios.
  • La aceptación madura de nuestro modo de ser y de nuestra historia personal. Aunque este proceso de aceptación puede ser largo y a veces difícil es importante para así poder establecer el diálogo evangélico con Dios.
  • Descubrir la propia vida como el lugar donde Dios se revela y nos llama a la unión con Él por medio de los acontecimientos cotidianos de la vida misma.
  • Aprender a vivir como verdaderos hijos de Dios, templos vivos de la Santísima Trinidad y a reconocer en Cristo el sentido de nuestras vidas.
  • Adentrarnos cada vez más en el camino que nos lleva hacia la meta que el Señor tiene para todo ser humano: la unión con Dios en Cristo por la fe, la esperanza y la caridad.

 

Para eso se necesita el discernimiento espiritual. El discernimiento necesita el contraste con otra persona espiritual. Al discernimiento se une la instrucción, la orientación y la confirmación del camino. También se nos señalan las actitudes evangélicas ante determinadas circunstancias y cuáles son las implicaciones morales y prácticas en nuestra vida de creyentes. Se necesita mucha sinceridad de parte del que busca el acompañamiento. El que acompaña tiene que generar una gran confianza para que se dé el diálogo espiritual. Entre acompañante y acompañado se establece una relación de mucha confianza pero asimétrica.

El acompañamiento se produce dentro de la Iglesia, a la que ambos, acompañante y acompañado pertenecen, no hay que olvidarlo. La Iglesia es nuestra comunidad de pertenencia, donde crece nuestra fe y es por esto nuestra comunidad de sentido.

El acompañamiento espiritual es diferente de la terapia psicológica. El acompañamiento busca acrecentar la vida del Espíritu que se inició en nuestro Bautismo. La terapia psicológica busca la salud mental. Aunque son diferentes, a veces, el acompañante espiritual señalará la necesidad de la terapia psicológica que no significa abandonar el acompañamiento.

El tiempo de duración del acompañamiento varía de acuerdo a la necesidad del acompañado. A veces será una consulta esporádica y sobre algo puntual. Otras veces el acompañamiento se asumirá por un determinado período. Y otras el acompañamiento no estará orientado a solucionar un determinado problema sino a iniciar o a consolidar la vida espiritual del que solicita ser acompañado.

Las respuestas se irán encontrando a su tiempo, progresivamente, mientras nos hacemos más humildes, con la esperanza puesta en el Señor que es la respuesta a todos nuestros anhelos.

Recorremos así el camino que nos lleva a la unión con Él; en eso consiste nuestra felicidad y la meta para la que fuimos creados.


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